¿Qué te puedo dar hoy? ¿Qué te puedo regalar que no haya hecho ya, y que haga justicia a mis sentimientos?
Te puedo dar rosas. Pero, ¿para qué? Ya 29 te he dado en esta corta vida mía, y corta se queda la cantidad. No, mejor no. Le dejo las rosas a aquellos cuyos sentimientos tienen límite, quienes algún día van a haber dado suficientes. Que sigan comprándolas hasta que lleguen a su número, porque para mí no existe.
¿Y por qué no te doy un---? No, ni puedo terminar la pregunta. Peluches, joyas. Es todo lo mismo. ¿De qué vale regalarte algo material? Lo vas a agradecer y te va a gustar, pero no es para lo que vives. Lo último que eres es superficial, y nunca algo definido por el dinero va a tener tanto valor como un gesto. Que se los queden también ellos, esos que necesitan un objeto para expresarse.
O mejor, una montaña de chocolates. O una infinidad de galletas crocantes. O donas rellenas de todos los sabores. O muffins esperándote, reposando sobre tu alfombra. O tortas más dulces imposible. Mierda. Para considerarme una persona creativa, que falto de ideas estoy. ¿Cómo es posible que no se me ocurra algo que no sea repetirme? Quizás te pueda hacer probar finalmente el sushi. Quizás, porque seguramente ya lo hiciste.
¿Mi sonrisa? Muy tarde. Ya una vez te cité una canción: voy a regalarte mi mejor sonrisa, por si un día lloras tengas mi alegría, y te sientas siempre protegida niña. Y qué poco va a poder hacer esta insulsa sonrisa, comparada con esa, esa de 384 palabras -y más que faltaron-. Que ni se te ocurra sonreírme de vuelta, porque mi regalo quedaría en nada.
Tampoco puedo darte mi tiempo. Por enésima vez, no puedo volver a hacer el mismo obsequio. Aquel 28 de diciembre te dije: te regalo estos 365 días que están por empezar. Y qué vacío sería regalar algo en lo que te cuelas a cada rato, absorbiendo y llevándote para ti mis segundos, minutos, horas y días. Si ya te los robas, de nada vale darte permiso.
¿Qué te regalo? ¿Qué no he hecho ya? ¿Qué voy a sentir como suficiente y digno de ti?
Bueno, hay algo.
Algo más preciado para mí que cualquier otra cosa. Algo que llevo siempre conmigo, como arma y escudo. Algo que pongo en todo lo que hago en la vida. Algo que me permite crecer cada día. Que me define.
Ten. Te regalo mis palabras.
Feliz día.