Hace más o menos unos siete años, en el carro sonaba una canción de Andy y Lucas cuya letra decía 'en estos tiempos quien no corre, vuela'. En ese momento mi padre me dijo 'eso es así, que no se te olvide'. Yo era un niño que no sabía de la vida, y no tenía idea alguna de lo equivocado que estaba él.
No es sino apropiado que mi primera entrada como tal hable de la que considero una verdad inrefutable en nuestra existencia: la vida va demasiado rápido. Y quizás parezca una oración mal redactada, pero es exactamente lo que quiero decir. La vida 'va', o avanza, a una velocidad alarmante que no espera a absolutamente nadie.
Para explicarlo, quizás deba decirlo de otra manera. Hace poco estaba reunido con gente cercana a mí y nos pusimos a recordar eventos muy importantes de nuestras vidas que habían tomado lugar hace nada. Solo que cuando hicimos las cuentas, nos dimos cuenta de algo - ya había pasado un año y medio. A pesar de tener el recuerdo fresco, la realidad era que esa memoria era mucho más lejana de lo que cualquiera de nosotros imaginaba.
Por qué pasa esto? Pues por el hecho de que mi padre estaba equivocado. Porque en la actualidad la mayoría de nosotros ni corre, ni mucho menos vuela. La gente se está conformando con caminar. Y caminar es esperar. Nos quedamos en nuestras casas, pegados a una pantalla, simplemente esperando. Esperando un cambio, esperando un milagro, esperando que los grandes momentos de nuestras vidas nos lleguen solos. Con la cobarde excusa de que 'todo llega a su momento', confiando en que un destino va a arreglar nuestra vida o hará las cosas por nosotros.
Y no es que esté mal tomarse un descanso de vez en cuando, pero el problema radica en que la vida no va a frenar porque nosotros lo hagamos. Y sin darnos cuenta nos despertamos en la misma realidad en la que estábamos, tal cual despertamos cada mañana, pero con una pequeña diferencia: no han pasado horas, sino semanas. Meses. Y en la mayoría de los casos, años.
Lo que le pasó a esas personas cercanas y a mí fue lo mismo que le sucede a más del 90% de las personas en este mundo: en un momento perdimos 'algo', y el perderlo nos quitó las ganas de correr. Ese 'algo' puede ser cualquier cosa, pero el punto es que nos hizo frenar, y aunque igual han llegado buenos momentos, cuando uno mira hacia atrás siempre se enfocará en esos momentos en los que corría. Porque los momentos en los que corres sin lugar a dudas terminan siendo los mejores de tu vida.
Pero no puedo cerrar sin omitir la parte más difícil, y es que correr al paso de la vida no es fácil. Para ello necesitas una meta o sueño que te motive, que te haga ponerte tus zapatos y te obligue a llevarle el ritmo. Y además, debes aprender a llevar los tiempos, porque si lo haces sin descanso probablemente te lleves un golpe cuando pares a tomar aire, que es algo que me pasó recientemente, y aún estoy recuperándome antes de arrancar la carrera nuevamente.
Independientemente de todo, necesito repetirlo: LA VIDA VA DEMASIADO RÁPIDO. Y por eso, tú tienes una decisión que tomar. Caminarás y dejarás que la vida te gane, perdiéndole la vista y dejándola irse lentamente? O me harás caso y correrás a su velocidad? Pero no olvides, también tienes una tercera opción.. por qué no te unes a mí, y más bien vuelas?
A si mismo es hermano, no se puede volar pero si podemos ir detrás de lo que queremos a un buen ritmo para no dejarnos ganar por la vida, por que si eso llegase a pasar de seguro toda la vida estaremos en recuperación de ese duro golpe con el sin sabor de lo que pude ser...!!
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